SUBIDA AL CIELO

En la provincia, cuya capital era Vetusta, abundaban por todas partes montes de los que se pierden entre nubes; pues a los más arduos y elevados ascendía el Magistral, dejando atrás al más robusto andarín, al más experto montañés. Cuanto más subía más ansiaba subir; en vez de fatiga sentía fiebre que les daba vigor de acero a las piernas y aliento de fragua a los pulmones. Llegar a lo más alto era un triunfo voluptuoso para De Pas. Ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero que De Pas se procuraba siempre que podía. Entonces sí que en sus mejillas había fuego...
Leopoldo Alas Clarín
La Regenta

TIRITAS

Donde nos llevó la imaginación, donde con los ojos cerrados se divisan infinitos campos, donde se creó la primera luz junto a la semilla de cielo azul, volveré a ese lugar donde nací. De sol, espiga y deseo son sus manos en mi pelo, de nieve, huracán y abismos, el sitio de mi recreo. Viento que a su murmullo parece hablar mueve el mundo con gracia, la ves bailar y con él, el escenario de mi hogar. Mar, bandeja de plata, mar infernal es su temperamento natural, poco o nada cuesta ser uno más. De sol, espeiga y deseo... Silencio, brisa y cordura dan aliento a mi locura, hay nieve, hay fuego, hay deseo, ahí donde me recreo.
Antonio Vega
El sitio de mi recreo

PUNTO DE APOYO

Nada que hacer, nada que oír, nada que observar; el entorno de la nada, el vacío total, sin epacio y sin tiempo. Me paseaba arriba y abajo y conmigo iban los pensamientos, arriba y abajo. Una y otra vez, arriba y abajo. Pero incluso los pensamientos, por muy etéreos que parezcan, requieren un punto de apoyo, pues de lo contrario giran y giran en torno a sí mismos, en un torbellino sin sentido; tampoco ellos soportan la nada. Desde la mañana a la noche se está a la espera de algo que nunca llega. Se espera y se espera. Y no ocurre nada. Y se sigue esperando, y esperando, y esperando… y pensando, y pensando, y pensando.. hasta que duelen las sienes. Y no ocurre nada. Y estás solo. Solo… Solo…
Stefan Zweig
Novela de ajedrez

RUMBO AL HORIZONTE

Estaba mucho más allá, en ese más allá ilocalizable adonde precisamente ponen proa los ojos de todas las mujeres del mundo cuando miran por una ventana y la convierten en punto de embarque, en andén, en alfombra mágica desde donde se hacen invisibles para fugarse. Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos. En todos los claustros, cocinas, estrados y gabinetes de la literatura universal donde viven mujeres existe una ventana fundamental para la narración, de la misma manera que la suele haber también en los cuartos inhóspitos de hotel que pintó Edward Hopper y en las estancias embaldosadas de blanco y negro de los cuadros flamencos. Basta con eso para que se produzca a veces el prodigio: la mujer que leía una carta o que estaba guisando o hablando con una amiga mira de soslayo hacia los cristales, levanta una persiana o un visillo, y de sus ojos entumecidos empiezan a salir enloquecidos, rumbo al horizonte, pájaros en bandada que ningún ornitólogo podrá clasificar, cazar ningún arquero ni acariciar ningún enamorado y que levantan vuelo hacia el reino inconcreto del que sólo se sabe que está lejos.
Carmen Martín Gaite
De su ventana a la mía

EL OTRO LADO DE LAS COSAS

El otro lado de las cosas: el campo ardiente; las lomas sucesivas como lomos de animales cansados, la rueda de buitres amenazante; la sombra paulatina; la parda, esquiva y felina oscuridad que lo sume todo en acecho de alimañas, con sigilo de zarpas, de garras y de dientes escondidos, en una noche olfativa, voraz y sanguinaria que toma el relevo de la tortura implacable del sol, que aplasta la tierra como un pie gigantesco, que ciega la mirada con su luz ultrametálica, y que hiere el suelo en saetas de polvo encendido.
Rafael Sánchez Felrosio
Alfanhuí

INTELIGENCIA EMOCIONAL

Hoy mamá me ha llevado a su psicoanalista. Motivo: me escondo. Esto es lo que ha dicho mamá: “mi vida sabes muy bien que a todos nos tiene locos que te escondas así. Pienso que sería buena idea que vinieras conmigo a hablar de ello con el doctor Theid”.
[…] Lo de que me escondo de hecho ni siquiera es verdad: me aíslo allí donde no pueden encontrarme, lo único que quiero es poder escribir mis Ideas profundas y mi Diario del movimiento del mundo en paz y, antes sólo quería poder pensar tranquilamente yo solo sin que me perturbaran las idioteces que mi hermana dice o escucha en la radio o en su aparato de música, o sin que me moleste mamá que viene a susurrarme: “Está la abuelita, tesoro, ven a darle un beso”, que es una frase de las menos apasionantes que conozco.
Muriel Brabery
La elegancia del erizo

AB ABSURDO

- ¿Y hace mucho tiempo que es usted negro?
- No sé, yo siempre me he visto así en la luna de los espejitos...
- ¡Vaya por dios! ¡Cuando viene una desgracia nunca viene sola! ¿Y de qué se quedó usted así? ¿De alguna caída?
- Debió de ser eso, señor...
- ¿De una bicicleta?
- De eso, señor...
Tres sombreros de copa
Miguel Mihura

EL ORDEN DE LAS COSAS

SIN TON NI SON

SUJETA MAYÚSCULAS

Hay primero una situación confusa, que solo puede definirse en la palabra; de esa penumbra parto, y si lo que quiero decir,(si lo que quiere decirse) tiene suficiente fuerza, inmediatamente se inicia el swing, un balanceo rítmico que me saca a la superficie, lo ilumina todo, conjuga esa materia confusa y el que la padece en una tercera instancia clara y como fatal : la frase, el párrafo, la página, el capítulo, el libro. Ese balanceo, ese swing en el que se va informando la materia confusa , es para mí la única certidumbre de su necesidad, porque apenas cesa comprendo que no tengo ya nada que decir. Y también es la única recompensa de mi trabajo : sentir que lo que he escrito es como un lomo de gato bajo la caricia, con chispa y un arquearse cadencioso.
Julio Cortázar
Rayuela

CORRIENTE ALTERNA

En los orificios de los enchufes surge de vez en cuando una larga lengua bífida que les canta canciones a los niños y les enseña a hacer grandes travesuras, de esas que espantan a los mayores por su retorcimiento y maldad. También les cuenta secretos de familia para que los repitan ante las visitas y avergüencen a sus padres. Por culpa de las casa modernas nuestros hijos son taimados como serpientes y están llenos de astucias. Las escuelas se han revelado inútiles para su educación. Los críos parece que han nacido con teorías y conceptos propios y por eso escuchan a sus maestros con una sonrisa irónica llena de suficiencia[…] Nosotros no éramos así.[…] Las casas modernas son más astutas, más venenosas.
Óscar Esquivias
La ciudad del Gran Rey