EnREDO

-Se ha equivocado usted, Madeleine…Ésta es la escalera del campanario.
-Siento curiosidad por verlo –dijo.
-No podemos demorarnos tanto.
-¡Sólo un momento!
Ella ya estaba ascendiendo. Él no podía dudar mucho tiempo. Con repugnancia, subió los primeros peldaños, cogiéndose a una cuerda grasienta que hacía las veces de barandilla.
-¡Madeleine!...¡No tan aprisa!
Su voz retumbó, multiplicada en ecos breves por las paredes curvadas. Madeleine no contestó, pero el ruido de sus pequeños zapatos resonaba en los escalones.
[…]
Respiraba agitadamente. El pulso le latía con fuerza. Las piernas no le obedecían correctamente. Un segundo descansillo. Puso la mano ante sus ojos para no ver el vacío, pero lo sentía a su izquierda, en el hueco donde colgaban las cuerdas de las campanas. Unas cornejas echaron a volar, graznando alrededor de las piedras cálidas. Nunca sería capaz de bajar por allí.
-¡Madeleine!
Su voz se estranguló. ¿Comenzaría a gritar como un niño en la oscuridad? Los peldaños se hacían más altos, desgastados en el centro. Un poco de claridad diurna entraba a través de una tercera abertura situada sobre su cabeza. El vértigo le acechaba en aquel nuevo descansillo.
[…]
-¡No! –gritó-. No… Madeleine… No haga eso… ¡Escúcheme!
Las campanas resonaban en lo alto del hueco. Conferían a su voz una sonoridad metálica, y repetían “…me...” con una gravedad inhumana. Desconcertado dirigió la mirada hacia la abertura. La puerta la dividía por la mitad. ¿Se podía franquear aquella puerta por el exterior? Sí. Había una estrecha cornisa que ceñía el campanario Jadeaba, fascinado por esa cornisa desde la que la vista dominaba todo el paisaje. Cualquier otro hubiera podido pasar…Pero él…imposible. Caería…se estrellaría. ¡Ah! Madeleine…Vociferaba en su jaula de piedra. El grito de Madeleine le contestó. Una sombra pasó ante la ventana. Con los puños en la boca, contó, como hacía de pequeño, entre el relámpago y el trueno. Un golpe sordo, breve resonó abajo; con los ojos empañados por sudor, repetía con voz de moribundo:
-Madeleine…Madeleine…no…
Pierre Boileau/Thomas Narcejac
Vértigo
(D'entre les morts)