Encerrados en un solo movimiento,
danzando sin ton ni son al ritmo frenético y cansado
que marcan violines eléctricos,
nadando en charca y espuma, Occidente global,
rumbo al nada, al vacío y al nada,
siempre al permanente nada de papel.
Así los últimos recuerdos, los últimos trayectos trazados
con plumas de cemento y restos ocres de tintas sucias.
Así el dormitorio, la azotea, la sala de las esperas,
nosotros, cada uno de nosotros mismos,
títeres descabezados, tropezando de lado a lado del planeta, poniéndonos en pie y elucubrando, frases memorables
de a cincuenta céntimos la parrafada.
Seco, completamente seco el cerebro.
Los ojos secos también, sin un rasguño de gota de vida.
Ahogados los pasos, las distancias que no deben serlo.
Arena, también, el plano borroso de tu risa.
Lentos, secos, tropezando en todas las esquinas,
trazadas las horas y los senderos con plumas de cemento,
danzando al son de no importa qué música,
encerrados en el mismo y solo movimiento de cada día,
todo está oscuro, largamente oscuro, oscuro,
Y NOSOTROS SOMOS VIEJO SILENCIO.
Manuel López González
Y Nosotros somos viejo silencio
A LA CHITA CALLANDO
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