
cerdito en la mano.
Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitos cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado.
Había quien quería un cóndor, y quien una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas, y no faltaban los que pedían un fantasma o un dragón. Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba más de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en la muñeca;
- Me lo mandó un tío mío que vive en Lima -dijo.
-¿Y anda bien? -le pregunté.
- Atrasa un poco - reconoció.
Eduardo Galeano
El libro de los abrazos
4 comentarios:
Un reloj muy entrañable.
Besos
Sí, una metáfora con todo mi cariño..
Que bonito Texto y el reloj precioso
Saludos
Esta vez me gusta más el texto que la foto. El tema que sugiere, el recuerdo y el cariño -eternos- hacia el padre, simbolizado en el reloj, es subyugante y siempre causa impacto, pese a haber sido tratado en tantas obras. Saludos.
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