Tenía diez años y un gato
peludo, funámbulo y necio,
que me esperaba en los alambres del patio
a la vuelta del colegio.
Tenía un balcón con albahaca
y un ejército de botones
y un tren con vagones de lata
roto entre dos estaciones.
Tenía un cielo azul y un jardín de adoquines
y una historia a quemar temblándome en la piel.
Era un bello jinete
sobre mi patinete,
burlando cada esquina
como una golondrina,
sin nada que olvidar
porque ayer aprendí a volar,
perdiendo el tiempo de cara al mar.
Tenía una casa sombría,
que madre vistió de ternura,
y una almohada que hablaba y sabía
de mi ambición de ser cura.
Tenía un canario amarillo
que sólo trinaba su pena
oyendo algún viejo organillo
o mi radio de galena.
Y en julio, en Aragón, tenía un pueblecillo,
una acequia, un establo y unas ruinas al sol.
Al viento los ombligos,
volaban cuatro amigos,
picados de viruela
y huérfanos de escuela,
robando uva y maíz,
chupando caña y regaliz.
Creo que entonces yo era feliz.
Tenía cuatro sacramentos
y un ángel de la guarda amigo
y un "Paris-Hollywood" prestado y mugriento
escondido entre mis libros.
Tenía una novia morena,
que abrió a la luna mis sentidos
jugando los juegos prohibidos
a la sombra de una higuera.
Crucé por la niñez imitando a mi hermano.
Descerrajando el viento y apedreando al sol.
Mi madre crió canas
pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo
sin mirarse al espejo,
y mi hermano se fue
de casa, por primera vez.
Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?
Joan Manuel Serrat
Niñez
CRE CIMIENTO
LLANTO
Voló durante todo el día y, cuando ya caía la noche, llegó hasta la ciudad. — ¿Dónde podré dormir? —se preguntó—. Espero que en esta ciudad haya algún albergue donde pueda pernoctar.
En ese mismo instante descubrió la estatua del Príncipe Feliz sobre su columna. —Voy a refugiarme ahí —se dijo—. El lugar es bonito y bien ventilado.
Y así diciendo, se posó entre los pies del Príncipe Feliz.
—Tengo una alcoba de oro —se dijo suavemente la golondrina mirando alrededor.En seguida se preparó para dormir. Mas cuando aún no ponía la cabecita debajo de su ala, le cayó encima un grueso goterón.
— ¡Qué cosa más curiosa! —exclamó—. No hay ni una nube en el cielo, las estrellas relucen claras y brillantes, y sin embargo llueve. En realidad este clima del norte de Europa es espantoso. Al junco le encantaba la lluvia, pero era de puro egoísta.En ese mismo momento cayó otra gota.
— ¿Pero para qué sirve este monumento si ni siquiera puede protegerme de la lluvia? —dijo—. Mejor voy a buscar una buena chimenea.
Y se preparó a levantar nuevamente el vuelo.
Sin embargo, antes de que alcanzara a abrir las alas, una tercera gota le cayó encima, y al mirar hacia arriba la golondrina vio... ¡Ah, lo que vio!
Los ojos del Príncipe Feliz estaban llenos de lágrimas, y las lágrimas le corrían por las áureas mejillas. Y tan bello se veía el rostro del Príncipe a la luz de la luna, que la golondrina se llenó de compasión.
— ¿Quién eres? —preguntó.
— Soy el Príncipe Feliz.
—Pero si eres el Príncipe Feliz, ¿por qué lloras? Casi me has empapado. —Cuando yo vivía, tenía un corazón humano —contesto la estatua—, pero no sabía lo que eran las lágrimas, porque vivía en la Mansión de la Despreocupación, donde no está permitida la entrada del dolor. Así, todos los días jugaba en el jardín con mis compañeros, y por las noches bailábamos en el gran salón. Alrededor del jardín del Palacio se elevaba un muro muy alto, pero nunca me dio curiosidad alguna por conocer lo que había más allá... ¡Era tan hermoso todo lo que me rodeaba! Mis cortesanos me decían el Príncipe Feliz, y de verdad era feliz, si es que el placer es lo mismo que la dicha. Viví así, y así morí. Y ahora que estoy muerto, me han puesto aquí arriba, tan alto que puedo ver toda la fealdad y toda la miseria de mi ciudad, y, aunque ahora mi corazón es de plomo, lo único que hago es llorar. […]
Oscar Wilde
El príncipe feliz
lunes | Publicado por M.Turiso en 20:10 2 comentarios
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DES ESPERAR
Andrea Camilleri
El perro de terracota
viernes | Publicado por M.Turiso en 20:52 0 comentarios
Etiquetas: TEXTOS LITERARIOS
DIRECCIÓN ÚNICA
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad siento más corazones
Para la libertad me desprendo a balazosde
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
Retoñarán aladas de savia sin otoño
MIGUEL HERNÁNDEZ
martes | Publicado por M.Turiso en 20:30 0 comentarios
Etiquetas: TEXTOS LITERARIOS
PROPIEDAD INTELECTUAL
miércoles | Publicado por M.Turiso en 19:07 0 comentarios
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CUENTISTAS
Y cuando llegó la primera comunión y, con ella, la primera confesión que la precede, el primer pecado que le solté a un curita norteamericano […] fue que, por culpa de un libro, yo me había olvidado de un crimen y de mi huérfano amigo y, a pesar de los remordimientos y del combate interior con el demonio, había terminado llorando como loco por un personaje de esos que no existen, padre, por que los llaman de ficción.[…]
Un profesor, que siempre tenía razón, porque era el más loco de todos, en el disparatado y anacrónico refrito inglés que era aquel colegio […] me dijo que iba a ser escritor, o que mejor dicho, ya lo era.
Según él, lo que me había ocurrido era que, desde niño, a punta de regalarme libros para niños, me habían interrumpido constantemente mi propia creación literaria de la vida. En efecto, recordé, y así se lo dije, que de niño yo me pasaba horas y horas tumbado en una cama, como quien se va a quedar así para siempre y construyendo mis propias historias, muy tristes a veces, muy alegres otras, pues en ellas participaban mis amigos más queridos(y también mis enemigos acérrimos, por eso de la maldad infantil), y yo con eso era capad de llorar y reír solito, de llorar a mares y reírme a carcajadas, cosa que preocupaba terriblemente a mis padres. “ahí está otra vez el chico ese haciendo unos ruidos rarísimos sobre la cama”, era una frase que a menudo les oí decir. El profesor me dijo que eso era, precisamente, literatura, pura literatura, que no es lo mismo que literatura pura, y que m odio a los libros se debía a que, de pronto, un objeto real, un libro de cuya realidad yo no necesitaba nada en ese momento, había venido a interrumpir mi realidad literaria. En ese mismo instante, recuerdo, se me aclaró aquel problema que, aterrado, había creído ser un grave pecado cometido justo antes de mi primera comunión. Aquel pecado que tanto espantó al curita norteamericano y sobre el cual dio una explicación que, según mi madre, tomando su té a las cinco y leyendo a Òscar Wilde, sólo podía compararse con su acento tejano.
Alfredo Bryce Echenique
Cuentos completos
Publicado por M.Turiso en 20:14 0 comentarios
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TORCEDURAS
-Ya.
-¿Recibiste el telegrama?
Asintió. Las palabras también pesan con el sol mañanero. Qué decir a quien guarda tanto rencor.
-Sabes entonces porqué no pude venir al entierro de madre.
-Voy a venderlo todo, María.
-Ya.
Unas fincas que no rentan nada, mucha tierra, alejada, pobre y poco beneficio. Ya nadie labra el páramo.
-Quiero que todo sea para ti. También la casa.
-Tengo la mía.
Avanzó y me apartó de un codazo. Luego se volvió. Como ensayando una mueca que yo creía que iba a acabar en sonrisa, me espetó:
-Eres un cabrón. Si supiera, te lo diría en alemán, para que lo entiendas mejor, por si se te ha olvidado el español. Cabrón, ¿me entiendes?, cabrón.
Y se fue dando saltitos, balanceando el coloño. Treinta años de resquemor escupidos en una sola palabra, cabrón, cuando ya nada tiene remedio y las vidas muestran su torcedura inevitable.
[…]
Si no hay muerte no hay tragedia, y no sé como pero lo supe. Quizá fuera aquella luna que lo trastorna todo, o el destino que alguna vez se nos revela, como a mía aquella noche. Miraba desde la ventana la sombra del campanario, la luna, los tejados curvados y todo aquel silencio pintado al óleo y supe que uno de los dos iba a morir esa noche, María o yo.
[…]
De madrugada, casi al albor, sentí que alguien venía corriendo hacia la casa y supe que traían el anuncio de la muerte de María. En el fondo ella era menos fuerte y ha odiado más. Al poco sonaron unos timbrazos apremiantes y golpes en la puerta. Abrí los cuartillos de mi ventana. Sólo tuve tiempo para ver a María apuntándome con la escopeta y de sentir el estruendo y un dolor tórrido en el pecho. Y luego el frío, ocupando mi cuerpo como una posesión.
Óscar Esquivias
La marca de Creta
jueves | Publicado por M.Turiso en 18:40 0 comentarios
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DESEOS
Ernest Hemingway
El gato bajo la lluvia
miércoles | Publicado por M.Turiso en 19:42 0 comentarios
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JOURNA-LISTOS
domingo | Publicado por M.Turiso en 19:21 0 comentarios
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LA CAJA TONTA
José Saramago
martes | Publicado por M.Turiso en 17:46 0 comentarios
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A LA SOMBRA
Si no la veo, la imagino y soy fuerte como los arboles altos,
no sé qué se ha hecho de lo que siento en ausencia de ella.
lunes | Publicado por M.Turiso en 20:41 0 comentarios
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